Original publicado en KZ#30

En nuestra tercera entrega de la historia de JapĆ³n, nos adentraremos en el perĆ­odo Yamato, uno de los mĆ”s importantes en la evoluciĆ³n cultural japonesa, ya que introdujo numerosos cambios sustanciales en la sociedad. Ya habĆ­amos hablado de la prehistoria en el nĆŗmero 9 y del perĆ­odo Yomon y Yayoi en el nĆŗmero 17, por si os interesa echar un vistazo a los predecesores. Continuemos entonces con el perĆ­odo que nos interesa.


Historia del perĆ­odo Yamato (250-710 d.C.)


El perĆ­odo del que hablamos coge su nombre del antiguo de la prefectura de Nara, es decir, el nombre del perĆ­odo histĆ³rico hace referencia directa al terreno ocupado por dicha cultura. Entendemos el perĆ­odo Yamato, dentro de la mĆ”s clĆ”sica historiografĆ­a japonesa, como dos, el perĆ­odo Kofun y el perĆ­odo Asuka. Es en esta Ć©poca cuando se asienta por fin la figura del emperador y la familia imperial. Tal y como concluyen algunos historiadores, el verdadero fundador de la dinastĆ­a imperial fue el emperador Sujin, que gobernĆ³ en los Ćŗltimos aƱos del siglo III d.C. No obstante, otros opinan que Sujin tambiĆ©n fue una figura mĆ­tica y que el primer soberano de la historia fue el emperador Ojin, del que se cree reinĆ³ entorno al aƱo 400. En realidad, Ojin era oriundo de Corea, del reino de Paekche, conocido como Homuda en su Ć©poca.

Todo parece indicar que quien obtuvo el control de la regiĆ³n de Yamato y consiguiĆ³ establecer la dinastĆ­a imperial que ha sobrevivido hasta hoy dĆ­a fue el emperador Keitai a principios del siglo VI. AsĆ­ pues, es posible que existieran tres dinastĆ­as principales en el perĆ­odo Yamato: Los clanes Sujin, Ojin y Keitai. Lo mĆ”s probable es que fuera el sucesor de Keitai quien impusiera su dominio sobre la mayor parte del JapĆ³n de aquel entonces.

Tras Keitai el clan imperial intentĆ³ centralizar el poder y reforzar su base polĆ­tica. A partir de los siglos IV y V la influencia coreana y china se extendiĆ³ a todo el paĆ­s, y comenzaron a llegar a JapĆ³n sus conceptos culturales, intelectuales, religiosos y polĆ­ticos. Desde una perspectiva polĆ­tica, el clan gobernante intentĆ³ fortalecer su posiciĆ³n adoptando las instituciones y prĆ”cticas polĆ­ticas chinas. El personaje que facilitĆ³ el proceso fue el prĆ­ncipe Shotoku (574-622), regente de la Emperatriz desde el aƱo 593 hasta su muerte. Algunos creen, no obstante, que los verdaderos reformistas eran miembros del clan Soga, que tenĆ­an ascendencia coreana.

Las reformas de Shotoku desembocaron en la promulgaciĆ³n de la ConstituciĆ³n de los Diecisiete ArtĆ­culos en el aƱo 604. Ɖsta no contempla provisiones polĆ­ticas o administrativas, sino que engloba preceptos morales dirigidos a reforzar la autoridad de la familia imperial, entre los que destacan los ideales confucianos de propiedad, buena fe y armonĆ­a. A partir de este perĆ­odo el Emperador empezĆ³ a ser llamado “kami (dios) con apariencia de hombre”. El tĆ©rmino Tenno (prĆ­ncipe celestial), de origen chono, fue incorporado en algĆŗn momento a lo largo del siglo VII. Durante el mismo perĆ­odo se adoptĆ³ el tĆ©rmino Nihon para referirse a JapĆ³n. Con el fin de fomentar los contactos con China, eran frecuentes las delegaciones en este paĆ­s, al mismo tiempo que se animaba a estudiantes y a monjes para que realizaran allĆ­ sus estudios. El reformismo Shotoku tuvo como resultado el atrincheramiento del clan Soga en el poder y dando paso a la Ć©poca heiana, de la cual hablaremos en otro capĆ­tulo.

La evoluciĆ³n de la sociedad en la Ć©poca Yamato


Tras la introducciĆ³n del cultivo del arroz, su producciĆ³n se convirtiĆ³ en la base fundamental de la agricultura japonesa, y cualquier lugar al que llegara el agua era idĆ³neo para plantar un arrozal. Los utensilios de madera dieron paso a otros de metal, se adoptĆ³ la prĆ”ctica de utilizar bĆŗfalos de agua como animales de tiro y en las laderas de las colinas se improvisaron terrazas para plantar cereales y verduras. En las regiones costeras la pesca siguiĆ³ siendo una importante fuente de alimentaciĆ³n. Pero a medida que los caciques locales adquirĆ­an mĆ”s poder y crecĆ­a el nĆŗmero de propiedades exentas de impuestos, se restringĆ­a la libertad de movimiento de los campesinos.

En el campo de la artesanĆ­a, los diferentes clanes se hicieron con el control de los grupos de trabajo conocidos como be que tenĆ­an carĆ”cter hereditario. Los artesanos especializados, como por ejemplo los tejedores, que provenĆ­an de Corea y China, se organizaron entorno a los gremios. Cuando la familia imperial extendiĆ³ su autoridad a los clanes, limitĆ³ el control de Ć©stos sobre los be, al mismo tiempo que implantaba el suyo propio. Con todo, a medida que los caciques adquirĆ­an mayor poder, pasaron a controlar tambiĆ©n a los trabajadores.

Las primitivas creencias japonesas sobre la vida y la muerte y la relaciĆ³n de las personas con las fuerzas externas se apoyaban en conceptos animistas. El primitivo sintoĆ­smo, la religiĆ³n indĆ­gena, era de este carĆ”cter. Los muertos se dirigĆ­an a la tierra de la oscuridad y de lo impuro, por lo que la muerte era considerada como un proceso de profanaciĆ³n. Antes de la llegada del budismo (entorno al siglo VI) se daba sepultura a los muertos, pero el budismo extendiĆ³ la prĆ”ctica de la cremaciĆ³n. Cuando los emperadores y los grandes caciques morĆ­an, eran enterrados en enormes tĆŗmulos sepulcrales junto con varias de sus pertenencias personales, como espadas, espejos de bronce y armaduras. TambiĆ©n se colocaban alrededor de la tumba un buen nĆŗmero de imĆ”genes de arcilla, conocidas con el nombre de haniwa.

La poligamia era la relaciĆ³n matrimonial mĆ”s extendida, y no resultaba extraƱo los matrimonios entre familiares cercanos como primos, hermanastros y tĆ­os. Incluso actualmente se siguen aceptando los enlaces entre primos. Parece ser que JapĆ³n fue originariamente un sociedad matriarcal o, al menos, matrilineal. La deidad mĆ­tica fundadora del clan imperial, gobernado por una mujer, Pimiku, fue la diosa Sol. Hasta finales del siglo VIII eran las mujeres de la familia imperial las que generalmente ocupaban el trono. Esta prĆ”ctica continuĆ³ incluso despuĆ©s de que la clase samurĆ”i llegara el poder e impusiera un nuevo orden social exclusivamente masculino.

Creencias religiosas japonesas primitivas y la introducciĆ³n del budismo en el perĆ­odo Asuka

En los primeros tiempos, antes de la llegada de la escritura y cultura china, JapĆ³n sĆ³lo disponĆ­a de tradiciĆ³n oral. Se supone que algunas de las historias y poemas de estos primeros aƱos se incorporaron en los relatos histĆ³ricos y poemarios recopilados en los siglos VII y VIII.
La visiĆ³n general de la cultura y de la religiĆ³n que dominaba en estos primeros aƱos se deja sentir en el primitivo sintoĆ­smo. Un estudioso occidental llegĆ³ a la conclusiĆ³n de que el sintoĆ­smo “no era mĆ”s que un vulgar politeĆ­smo; sus personificaciones son vagas e inconsistentes; apenas hay nociĆ³n de espĆ­ritu y prĆ”cticamente nada que evoque un cĆ³digo moral” Se creĆ­a que el mundo natural estaba en manos de dioses y espĆ­ritus. Los Ć”rboles, arroyos, montaƱas y animales tales como serpientes y zorros estaban ligados a los dioses o espĆ­ritus; Ć©sta es la razĆ³n por la que muchos de los santuarios sintoĆ­stas estĆ©n dedicados al zorro. El sol era considerado sagrado porque es la encarnaciĆ³n misma de la diosa Sol. El sintoĆ­smo acentuaba la pureza y la limpieza, por lo que los santuarios sintoĆ­stas se conservan impecablemente limpios; es mĆ”s, antes de entrar en ellos es necesario purificarse enjuagĆ”ndose la boca y lavĆ”ndose las manos. Esta insistencia en la pureza estaba ligada a la visiĆ³n moral: lo que es bueno y agradable es siempre limpio; lo sucio es malo y desagradable. De ahĆ­ la admiraciĆ³n por una mente y un espĆ­ritu limpios. Sin embargo, el sintoĆ­smo no consiguiĆ³ desarrollar un cĆ³digo moral bien formulado.

Cada tribu o clan (uji) tenĆ­a su propio dios (kami), un fundador del clan o un importante antepasado; asĆ­ pues, en el sintoĆ­smo los seres humanos pueden convertirse en kami. Muchos personajes histĆ³ricos, no sĆ³lo emperadores sino tambiĆ©n generales y almirantes de los Ćŗltimos tiempos, descansan en santuarios sintoĆ­stas. Los muertos de guerra estĆ”n enterrados en el Santuario Yasukuni de Tokio.

Los frutos de la civilizaciĆ³n china llegaron a JapĆ³n fundamentalmente a travĆ©s de Corea antes del siglo V, pues durante los siglos IV y V muchos artesanos y trabajadores manuales coreanos habĆ­an emigrado a JapĆ³n. AdemĆ”s, los chinos que habĆ­an huido a Corea durante el tumulto que siguiĆ³ a la caĆ­da de la dinastĆ­a Han (206 a.C.-221 d.C.) entraron en JapĆ³n a principios del siglo V. Aparte de los conocimientos prĆ”cticos traĆ­dos de China y Corea, introdujeron tambiĆ©n la forma de vida y la cultura chinas. SegĆŗn las crĆ³nicas, a finales del siglo IV Wani, un coreano de Paekche, trajo consigo las Analectas de Confucio y los Mil caracteres clĆ”sicos, incorporando al mismo tiempo el sistema de escritura chino. Su introducciĆ³n produjo una autĆ©ntica revoluciĆ³n cultural, pues a partir de ese momento se iniciĆ³ la creaciĆ³n de archivos y recopilaciĆ³n de crĆ³nicas, se escribĆ­an obras literarias y se estudiaba la cultura china, ahora mĆ”s accesible.

Se adoptaron conceptos morales y virtudes confucianas como la benevolencia, la justicia, la propiedad, el conocimiento y la buena fe, mientras que la clase gobernante insistĆ­a en la importancia de mantener una estricta jerarquĆ­a que le permitiera dominar a los que estaban bajo su mando.

La introducciĆ³n del budismo en mediados del siglo VI es otra aportaciĆ³n cultural de China y Corea. Es posible que esta religiĆ³n se conociera en JapĆ³n incluso antes de la llegada de los emigrantes chinos y coreanos, pero la versiĆ³n oficial sostiene que el budismo fue introducido en el aƱo 538, fecha en las que el rey de Paeckche presentĆ³ imĆ”genes y escrituras budistas. Se cree que los bellos objetos de artesanĆ­a que acompaƱaron a la religiĆ³n facilitaron su entrada en el paĆ­s.