La capacidad de conmovernos en una obra es algo curioso. No necesariamente tiene que ver con su complejidad o grandiosidad aunque a veces estos atributos constituyan una experiencia extraordinaria. En ocasiones podemos ser embargados por el SĆ­ndrome de Stendhal gracias a todo lo opuesto, al minimalismo y la sencillez que conecta con todos nosotros a travĆ©s de la emociĆ³n pura. Que se lo digan a MichaĆ«l Dudok de Wit, que hace 7 aƱos nos hizo llorar con PĆØre et Fille, un corto animado de apenas 8 minutos que condensa el amor, el dolor de la pĆ©rdida y los ciclos vitales. En Ghibli, muy acertadamente, valoraron que no era suficiente con dejarnos boquiabiertos con tan poco tiempo y decidieron co-producir (Junto a Wild Bunch) La tortuga roja, el regalo a los sentidos que reseƱamos en estas pĆ”ginas. 

Es un relato que parece inspirado por una antigua leyenda: un hombre de origen indeterminado naufraga en una isla desierta. Sus intentos de volver a su hogar con una rudimentaria embarcaciĆ³n son frustrados una y otra vez por una tortuga roja gigante, que se transforma en una bella mujer la cual hace olvidar al pobre nĆ”ufrago sus ganas de volver a casa. Sus vidas transcurren con tranquilidad en su pequeƱo paraĆ­so salvo algĆŗn que otro incidente climĆ”tico y la naturaleza sigue su curso con la llegada de un hijo, quien traba amistad con otras tortugas gigantes al crecer y no tarda en salir volando del nido. La pareja prosigue con su vida hasta el inevitable momento en que el hombre, ya de avanzada edad, fallece apaciblemente mientras duerme. Su mujer en ese momento vuelve a transformarse en tortuga y retorna al mar. 




Siento si parece que os acabo de destripar el argumento por completo. Lo cierto es que sĆ­ pero no. Lo importante no es el quĆ© sino el cĆ³mo. La belleza del trazo simple de los personajes en contraste con la riqueza de los fondos, el movimiento del agua y el baile de las hojas con el viento. La representaciĆ³n de una naturaleza que no es ni benevolente ni cruel. Simplemente es. En todas sus facetas de maravilla y horror, de construcciĆ³n y destrucciĆ³n. De vida y muerte. 

Quien diga que no se puede crear algo impresionante con un guiĆ³n simple y total ausencia de diĆ”logo, necesita ver La tortuga roja de inmediato. No es un largometraje para ver y analizar, sino sentir y disfrutar. Su simplicidad casi infantil la convierte en una historia para todos, con independencia de edad u origen. La sensibilidad emocional de Dudok de Wit junto al ethos de Ghibli ha creado una parĆ”bola de realismo mĆ”gico zen sobre la liberaciĆ³n del ser y la adaptaciĆ³n al entorno y los acontecimientos. Sobre el nĆ”ufrago que deja de luchar contra su destino y se deja llevar para aceptar con naturalidad que la tortuga no es su adversario sino en realidad una bella mujer con la que construir una nueva vida. 


Ficha TĆ©cnica


Nombre Original: La tortue rouge

Director: MichaĆ«l Dudok de Wit 

Estudio: Ghibli

AƱo: 2015

GĆ©nero: Drama/FantasĆ­a

CategorĆ­a: Seinen/Josei