—Lo más refrescante, es el café con hielo. - sostiene el tío Creepy. 
     

     —Déjate de "cafeses", donde se ponga una buena cerveza bien fría... - ZombiD subraya su comentario bebiendo un buen trago de su jarra.

     —A mí es que la cerveza me agacha si me la tomo sin comer nada. - mi novio me dedica una mirada en la que leo la relación entre agacharse y comer algo de forma tan evidente, que debería ser clasificada X, pero consigo seguir hablando limitándome a sonreír e intentando ignorar el calor que sube a mi rostro - Por eso, prefiero el té helado.

     Estamos tomando el fresco en la azotea del castillo. El calor nos ha dado un respiro esta última semana y se puede disfrutar de la zona sin achicharrarse, así que estamos de cháchara y cada uno con nuestra bebida favorita; el dr. Lecter, sibarita donde los haya, ha decidido poner un pequeño bar en la azotea para que ninguno tengamos que andar subiendo y bajando. Ha sido una gran idea, nadie prepara cosas de comer o beber con tanta maestría como el buen doctor; sabría preparar un humilde vaso de agua para que supiera a ambrosía. 

    La opción de ZombiD, la cerveza, hay que reconocer que tiene muchos adeptos. A Freddy también le encanta, rubia y helada. A Vladi le gusta la Mort Subite de frambuesa, bien roja, y a Jason no se la deja tomar su madre, pero a veces se bebe una a escondidas. Hasta a mí me gusta. Y hoy hablamos de una película en la que la cerveza, tiene un protagonismo especial, por más que el título nos hable de una infusión de semillas tostadas y molidas. Hoy, en Cine Freak Salvaje: Café irlandés. 



      Vida de familia. Las series televisivas y las producciones Disney nos han llevado a mundos en los que los problemas graves o las situaciones trágicas se resuelven siempre con una cariñosa charla de dos minutitos y una sonrisa. Aunque sea en clave de humor, todos sabemos que no es así y que tus padres se enfadarán y se lo tomarán muy a mal si llevas cuatro suspensos a casa, si te pescan fumando o algo similar. Pero quizá lo más sangrante de esas producciones, es que los padres siempre tienen una respuesta perfecta para todo y siempre saben qué hacer y cómo actuar. Aunque de niños pensemos que es cierto, conforme crecemos nos vamos dando cuenta que los adultos no lo saben siempre todo y que con frecuencia se ven rebasados por las situaciones. Es lo que les sucede a los padres de Sharon quien, a sus diecinueve años de edad, les dice que se ha quedado en estado. 

     En un principio, Dessie (Desmond) y Kay, los padres de la joven y de tres chicos y dos niñas más, sin saber cómo encarar la noticia, van a los aspectos inmediatos de la misma. Cuando Sharon les anuncia que no va a abortar y que no sabe quién es el padre porque estaba borracha cuando sucedió, ya no se les ocurre qué más hay que tratar del tema, al punto que el padre lo da por zanjado y pregunta a su hija si se va con él al pub. Los problemas llegan cuando empiezan los rumores en el barrio y las especulaciones acerca de quién es el padre del bebé. El tranquilo y cachazudo Dessie, a quien le faltó tiempo para decir "que le den por saco a los vecinos", acabará reaccionando violentamente cuando descubra que le tiene sin cuidado lo que digan de él, pero es una cosa muy diferente lo que vayan a decir de su hija. 

     A través de una narración desnuda, podemos ver el desarrollo de las emociones y de los
sentimientos de todos los miembros de la familia, y cómo reaccionan de una manera muy distinta. Para las hermanas pequeñas de Sharon esta se convierte de pronto en una heroína, y se pelean por arrimar la oreja a su barriga para oír moverse al bebé, al punto que la madre no sabe si hablar con ellas y decirles que lo que ha hecho, no está bien, vaya a ser que se decidan a imitarla. No obstante, los hermanos de la joven, en especial el hermano mayor que ha servido en el ejército, no miran tanto el lado tierno de la situación y se centran más en que su hermana poco menos que ha sido deshonrada; su mayor ansia es descubrir al culpable del estado de Sharon y partirle los dientes. Por más que la película sea del año 93, es decir, que ya no imperaban las ideas de echar de casa a la hija descarriada, podemos ver que la sociedad seguía (...y sigue) siendo fundamentalmente machista y culposa hacia la mujer. Sharon tendrá que soportar que sus propios vecinos la insulten y la amenacen, y aún cuando se sospeche de la identidad del padre, la zorra seguirá siendo ella. En este aspecto, es triste decir que no hemos avanzado gran cosa. Si Lina Morgan tenía que enfrentarse incluso a su padre en Soltera y madre en la vida, la única ventaja que tendrá Sharon respecto a ella, es que su familia no la echa de casa y puede contar con su apoyo, pero no serán pocos los momentos difíciles que tenga con ellos. En especial con su padre. 


   Dessie, encarnado por el actor irlandés Colm Meaney y nominado al Globo de Oro por ésta interpretación, se lleva el protagonismo de calle, a pesar de la excelente actuación de Tina Kellegher como su hija Sharon. Es sin duda el personaje que mayor crecimiento emocional experimenta durante la cinta. Si en un principio no le da importancia al embarazo de Sharon, cuando empiecen las murmuraciones se sentirá incluso apartado de sus amigos del pub, porque las bromas sexistas y los chistes verdes ya no le hacen gracia; pasará entonces a pensar en cómo su hija ha podido hacer algo así e intentará incluso que ella misma se sienta mal por hacerle sentir mal a él. Querrá saber el nombre del culpable para desfogarse con éste más que por defenderla a ella y llegará a regañar a sus hijas menores con la frase de "con una, ya tenemos bastante". A pesar de todo, Dessie es un hombre sencillo y de buen corazón, no sabe guardar rencor mucho tiempo a las personas que quiere y será capaz de sincerarse con su hija y pedirle perdón. Y en su esfuerzo por acercarse a ella, no vacilará en leer libros de fisiología femenina para entender el proceso del embarazo y el parto, acontecimientos que, pese a ser padre de seis hijos, hasta la fecha nunca le habían suscitado interés. Eso tendrá también un gracioso efecto secundario en su matrimonio, y es que Dessie se enterará de que en el sexo, existen muchas otras prácticas de las que él no tenía conocimiento. 

     La película que nos ocupa es una cinta costumbrista en la que la vida aparece reflejada como la
farsa dramática que en realidad es. Los personajes viven su vida obrera, estudian, trabajan, beben y ven la tele sin que nada altere la rutina, hasta que llega algo que la altera por completo y todos deben adaptarse a ello. La sociedad machista que ensalza al hombre seductor mientras desprecia a la mujer que hace lo mismo, recibe un nuevo caído en el que cebarse durante algún tiempo, y cuando el escándalo de Sharon empiece a salpicar, los rumores se verán avivados y harán las delicias de todo el barrio. Sea cual sea la identidad o la realidad familiar del hombre que la embarazó, nadie le señalará para llamarle violador por acostarse con una joven bebida, sino que será ella quien reciba los insultos por salir, por beber, por llevar cierta ropa y hasta por las consecuencias que sufra el hombre a raíz de lo sucedido; será a a ella a quien se dé el papel de seductora y él será la pobre víctima. No pongáis esa cara, que esto sigue sucediendo hoy día, ¿cuántas veces no vemos una noticia de violación, y salta alguien a decir "claro, beben como cubas, hacen lo que no deben y al día siguiente se arrepienten y hale, a arruinarle la vida a un pobre desgraciado"?

    Café irlandés es una película amable y cercana, un mentís a la afirmación que dice que las historias cotidianas siempre son tristes o poco interesantes. Una comedia familiar tan familiar, que antes de verla, mandaremos a los niños a la cama, y que nos hará pasar un rato agridulce en el que por igual nos reiremos a carcajadas que nos hará saltar las lágrimas, y que deja muy buen sabor de boca. Y un final de sobresaliente. Cinefiliabilidad 5, lo que significa que no es apta para niños pequeños, es narración sin efectos y se te puede hacer árida si no te va el costumbrismo, pero es interesante y muy agradable, merece mucho la pena. 


Seguro que suponéis a quién está mirando y qué tiene ganas de hacer. 



"¿Sabes cuál es el verdadero amor, Kristel...? El sacrificio". Si no coges esta frase, tienes que ver más cine.